miércoles, 21 de octubre de 2009

La Hora de la verdad

“La hora de la verdad” era el programa de mayor audiencia del horario central de la televisión Argentina. Su conductor, Darío Viroska, disfrutaba las mieles de ser uno de los más importantes generadores de opinión en el pueblo. El desdén de la gente por la política, lo había convertido en un verdadero número 1. Con 60 ajetreados años, había recorrido un largo camino en el periodismo, dirigiendo prestigiosas revistas de actualidad. Mucha gente recordaba sus dramáticos reportes bajo las balas de Saigón durante la Guerra de Vietnam. Pero su éxito, en el final de siglo, radicaba en generar escándalos permanentes entre grupos antagónicos de la sociedad. Dividiendo, había obtenido la categoría de héroe mediático. Nada podía existir si no pasaba por el programa de Viroska.
Y el tema de esa semana, era un crítico informe de la Cristiana Agrupación Juvenil “Los Soldados de Dios”, en el que repudiaban enérgicamente a los travestis porteños que, (según el texto del informe), exaltaban diariamente el pecado en las calles de Buenos Aires. Y Viroska, hábil en el vislumbre del conflicto que activaría aún más su desproporcionado rating, forzó, pese a la oposición de los ortodoxos militantes cristianos, un debate televisivo. Los Soldados de Dios, estaban representados por sus máximas autoridades: Flavio Ramos, 31 años, Presidente y voz cantante; Sebastián Acosta Silva 29 años, Vice Presidente y Matías Lazarte 30 años, encargado de la relaciones institucionales de la agrupación. Los jóvenes, traicionados por la incontinencia de su espíritu combativo en la defensa de la moral y la ética pública, terminaron debatiendo estas problemáticas urbanas con las travestis de forma violenta. Las travestis estaban representados por su líder natural, Milena Vilmer y sus seguidoras más fieles: Fabiana Sánchez y Yamila Paz.
-Pero ¿quiénes son ustedes? ¿los dueños de Dios? -arremetió Milena ante las acusaciones monocordes de Flavio Ramos.
-Nosotros representamos a una juventud que no quiere vivir inmersa en este libertinaje de la Sociedad Argentina.
Tenemos todo el derecho de caminar las calles de nuestra ciudad, sin observar el vergonzoso espectáculo que ustedes brindan a la gente.
Viroska le recordó a su audiencia que hacía no mucho tiempo, la agrupación liderada por Ramos había impedido la exhibición en un canal de cable de la película “La última tentación de Cristo” de Martín Scorsese, mediante un recurso de amparo presentado en horas de la noche en un juzgado de turno. Una noche de gloria para la ética argentina vociferó Ramos orgulloso. Lo habían logrado y eso fortaleció su agrupación, llegando a lograr acuerdos con el pope de la Fundación Argentina de Defensa Etica de la Familia (FADEF), Dr. Valentín Carupá Berazategui.
-¿Vos sabés lo que sos?: un maricón reprimido. Por lo menos nosotras asumimos nuestra sexualidad y tenemos la valentía de enfrentar a la sociedad -escupió Milena desorbitada.
-Por favor Señor Viroska, en estas condiciones no vamos a seguir debatiendo (amagó a pararse), esto es una falta de respeto. Estos señores son unos maleducados.
-Señor será tu hermana –reaccionó la pelirroja Fabiana Sánchez. Sus nervios hicieron bailar sus enormes pechos apretados dentro de su vestido azul y festivalero.
El programa continuó violento. Fueron muchas las veces en las que Los Soldados de Cristo amenazaron retirarse del estudio, pero Viroska, habilidoso en racionar los elogios, logró tranquilizarlos exaltando sus logros pasados, en desmedro de la impudicia de un mundo encaprichado en ser obsceno. El orgullo es una exótica lámpara mágica, que al frotarla, termina traicionado al genio.
La discusión se instaló rápidamente en la sociedad y durante toda la semana el programa “La Hora de la Verdad”, continuó activándola. Los Soldados de Dios se negaron a concurrir a los programas subsiguientes, pero la presión de la gente que compartía sus prédicas, los envalentonó y volvieron a presentarse. También se comentaba por lo bajo que el Dr. Valentín Carupa Berazategui, los había llamado al orden, coercionándolos a continuar esa batalla fundamental para la salvación de la sociedad. En castellano: los apretó. Durante los altisonantes debates, la cuestión de la masculinidad era uno de los temas que generaba la mayor rispidez. Flavio Ramos sostenía que los travestis eran enfermos y que debían ser tratados médicamente. Y los travestis rechazaban de rabo esa afirmación, exigiendo que se las trate como mujeres y argentinas. Además sembraban sospechas sobre la virginidad que Los Soldados ostentaban como virtud, descendiéndola a la grosería de homosexualidad encubierta. Y más de una oportunidad, Milena les gritó que ella, aún sintiéndose mujer, era más hombre que todos los “soldaditos” juntos. Más allá de cualquier cuestión ideológica, éste era el punto de estallido.
Darío Viroska, vislumbrando el agotamiento natural del debate, emergió con la idea de dirimir este asunto en un desafío. Y su nueva y descabellada idea fue impulsar un partido de fútbol. La propuesta, rechazada inmediatamente por Los Soldados, maravilló a la gente que saturó los teléfonos y ante la adhesión de las travestis y el apoyo del 43% de la sociedad a la causa ética (según rápidos sondeos), Flavio Ramos se sintió obligado a aceptar. El honor estaba en juego.
Una panelista sugirió que se juegue en la calle Godoy Cruz, arteria porteña símbolo de los travestis. Viroska festejó la idea y su producción inmediatamente comenzó las gestiones. Flavio Ramos en desacuerdo pidió que se juegue en el Parque Sarmiento. Se hizo un sorteo. Ganaron las travestis.
El país vivía pendiente del partido. El programa medía altísimo en la escala de rating. Otros programas, a pesar de su orgullo, hacían referencia al disparatado y trascendente match. Finalmente la producción obtuvo el permiso municipal para jugarlo en Godoy Cruz ante la oferta de Viroska de donar toda lo que se recaudara en publicidad, a distintas fundaciones de bien público. Se determinó que la cancha iba a ser la cuadra entre Güemes y Charcas.
El día del partido ansiado llegó. En horario especial, “La Hora de la Verdad” transmitía en directo desde el mediodía del sábado. Muy temprano la gente llenó las gradas que se habían colocado sobre las veredas, como en los viejos carnavales de la Avenida de Mayo. La expectativa generada se percibía en las calles. La gente llegaba con niños, con la alegría de una salida familiar al aire libre. Las travestis, obtuvieron el auspicio de un hotel alojamiento de Godoy Cruz y Paraguay, donde concentraron la noche anterior y al que iban a utlizar de vestuario local. En sus camisetas llevarían ese auspicio y el de una gaseosa multimportante. La hora se acercaba y Viroska caminaba con el micrófono en su mano por el pavimento de Godoy Cruz, en el que se había marcado la cancha, con área grande, área chica, media luna y medio campo. Lucía iluminado, la convocatoria sobrepasaba cualquier cálculo optimista. Los informes de mediciones rompían las más ambiciosas espectativas, como si jugara la selección. En una camioneta Mercedes Benz 608, perteneciente a una agrupación Scout, arribaron Los Soldados de Dios. Muchos los aplaudieron pero fueron más audibles los abucheos. Esto confirmaba el 59 a 41 de las últimas encuestas. La producción decidió que las tribunas de la vereda sur fueran ocupadas por los simpatizantes de las travestis y las de la vereda norte, delante de las ex bodegas Giol y de las vías del ferrocarril, por los adictos a los Jóvenes cristianos.
Ante una estruendosa ovación salieron las travestis a la calle-cancha. Su equipo fue denominado por Viroska: Orgullo Rosa. La indumentaria mezclaba ropa de fútbol con finos encajes. Debajo de los pantaloncitos reglamentarios, lucían medias caladas que volvían su aspecto ecléptico y pintoresco. Viroska leyó, parado en el medio de la cancha, las alineaciones.
Por Los Soldados de Dios: 1.Luis Cerávolo, 2 Sebastián Acosta Silva, 3 Gustavo Riccio, 4 Daniel Villegas, 5 Flavio Ramos (los silbidos detuvieron un instante a Viroska, pero profesional, continuó), 6 Pedro Martínez Zuviría, 7 Fernando Della Giorna, 8 Mariano Rivarolla, 9 Matías Lazarte, 10 Damian Figueroa y 11 Damian Acosta Silva. Después leyó la formación de Orgullo Rosa: 1. Yael Ríos, 2 Gabriela Mendoza, 3 Ursula Domínguez, 4 Yair Saint, 5 Yamila Paz, 6 Belén Villa, 7 Johana Branco, 8 Carla Molina, 9 Milena Vilmer (ovación cerrada), 10 Fabiana Sánchez, 11 Romina Luz. El partido se retrasó unos minutos del horario pactado de las 15:30, ya que la televisión debía ir a una tanda publicitaria. Cuando dieron la orden, el partido comenzó con la pelota movida por Milena Vilmer para Fabiana Sanchez.
El match, de trámite trabado, desde los primeros minutos evidenció la torpeza de la mayoría de los jugadores y jugadoras. Sólo Fabiana Sánchez demostraba habilidad para tratar la pelota. Del otro lado, el largirucho volante central Flavio Ramos, con su tranco lento, era de lo más atinado. También el endemoniado puntero Damián Acosta Silva preocupaba a la defensa rival con sus centros llovidos sobre el área enemiga. Varias veces el arco de Orgullo Rosa sufrió sofocones, pero que fueron abortados con tino por la arquerita Yael Ríos. Las violentas patadas aplicadas por las travestis provocaron encendidos reclamos de los Soldados y enrarecieron el partido. La gente burlona les gritaba: ma-ri-co-nes, ma-ri-co-nes.
Sin abrirse el score finalizó el primer tiempo.
Durante el entretiempo las barras se dedicaron todo tipo de insultos y cargadas. La gente se sentía protagonista del espectáculo y Viroska ordenaba que las cámaras siguieran la dirección de los ingeniosos cantos.
En la segunda etapa, Los Soldados salieron decididos a ganar. Y tuvieron tres clarísimas oportunidades de gol que Yael y la fortuna evitaron. Cada vez que tocaban la pelota los abucheaban, y eso los hacía jugar con los dientes más que apretados. Estaban muy nerviosos. Pero si bien lo merecían largamente, el gol no llegaba.
Las travestis de Orgullo Rosa no encontraban patrón de juego y todo pasaba por la sorprendente habilidad de Fabiana Sánchez y el empuje de Milena Vilmer. Belén Saint, en la cueva, lentamente empezó a ordenar a sus compañeras y el partido se fue equilibrando. Pero las patadas ahora venían de los dos lados y el clima del match se degeneró totalmente. Varias veces el referí debió detener el partido y cansado de las agresiones expulsó a dos de cada lado. Ante los flancos dejados por la ausencias, el juego se hizo más abierto y a los pocos minutos Ursula Domínguez le cometió una dolosa infracción a Damián Figueroa en el área y el referí no dudó: Penal para los soldados y roja directa para Ursula. Iban 35 minutos de la etapa complementaria.
La multitud enfureció, pero en la tribuna de la Bodega Giol se festejó con algarabía la sanción. La hinchada de los soldados se vio reforzada por un gran número de vecinos de la zona que estaban hartos del carnaval nocturno de los travestis. Ante la expectativa general, pateó Flavio Ramos y la pelota ejecutada con brutal violencia, pegó en el palo haciendo tambalear el arco y se alejó hacia un lateral.
El festejo se convirtió en fiesta loca. Las tribunas sobre las casas estallaron y las travestis desde la cancha levantaban sus brazos incitando a potenciar los gritos de aliento. Flavio Ramos, colorado como un tomate, escupió su furia contra el suelo. A partir de su yerro, comenzó a correr como un loco detrás de la pelota, sin criterio, pero Fabiana Sánchez comenzó a no largarla, a cuidarla, a mimarla y en el minuto 43 colocó un pase de guante para la brasileña Johana Branco, que en una diabólica gambeta playera eludió a su marcador y se la devolvió a Fabiana que entraba a la carrera. Fabiana la midió, observó al arquero jugado sobre la derecha en la salida y como los que saben se la colocó junto al palo izquierdo.
Gol.
Golazo.
Y explosión en toda la calle Godoy Cruz. Y en los hogares donde la gente, según mediciones, “Sinchaba” mayoritariamente por las chicas de Ogullo Rosa.
Y la furia y la impotencia de Los Soldados de Dios.
Los minutos que restaron fueron sólo la voluntariosa dignidad de Flavio Ramos, por empatar, que terminaron en insultos hacia las chicas.
Pitazo final. Tormenta de gritos histéricos.
Las travestis quisieron ir a sobrar a sus vencidos, pero Milena Vilmer en una actitud rápida las detuvo. No se debe gozar al rival vencido, dijo en alarde de su liderazgo. Todas le hicieron caso.
Flavio Ramos, sin control de sí mismo, empujó a Viroska, que intentó entrevistarlo y con bronca le gritó a sus compañeros: “¡qué clase de hombres somos que nos ganaron estas putas, carajo!”
Queremos creer que se confundió de ver tanto encaje junto, agregó Viroska con una sonrisa maliciosa y prácticamente recuperado de su casi caída.
Maracho

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